El extremo arte de esperar

                                                                                                              "Here comes the sun"
Dicen por ahí que lo que hacía más deseable a la Bella Durmiente, Aurora, para los amigos, era que estuvo dispuesta a esperar dormida durante un siglo a que un valiente la despertara. Su espera fue tan poderosa que hizo dormir a un país entero. Paciente, más que bella diría yo. ¿Qué hubiera pasado si en medio del sueño se le hubiera intercalado el sonido chirriante de la Blackberry ante un pendiente no resuelto?, ¿qué tal si el ruido del microondas se hubiera cruzado en medio de su sueño eterno para avisarle que sus palomitas ya estaban listas?

Me queda claro que la historia hubiera sido totalmente diferente. Pero, Bella Durmiente aparte, cabe confesar que a mí me toca aprender un mucho sobre el tema de esperar. Porque al parecer, si no sabemos esperar, la vida nos sienta, de tajo en un sillón y nos obliga a aprender a hacerlo.  Contradictorio el asunto, porque el secreto es sentarse a esperar sin esperar nada. Dar sin esperar nada a cambio. Esperar al tiempo mientras el tiempo pasa y nosotros seguimos esperando hasta que algo nos diga que ha llegado nuestro tiempo.

Quizá la clave esté, al decir de la filosofía Zen, en poner la mente en blanco para ni siquiera darnos cuenta que estamos esperando, o mejor aún, disfrutar la espera como un evento único. No lo sé. Espero descubrirlo algún día. Por ahora, eso no es lo mío, tal vez estar cien años dormida me ayude a entenderlo.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay esperas que alimentan el alma, lo importante es reconocerlas. ¡Enhorabuena con el regreso de este espacio!

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